primera llamada, primera llamada...

primera llamada, primera llamada...
nuestros primeros intentos por conseguir darle figura a este contenido

segunda llamada, segunda llamada...

segunda llamada, segunda llamada...
...las brujas atacan...

tercera llamada, tercera llamada... ¡COMENZAMOS!

tercera llamada, tercera llamada... ¡COMENZAMOS!
es mujer. es hombre. es quimera. es. soy.

LECTURAS, ACTIVIDADES Y BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA


Amadxs: he aquí la lista de lecturas hechas, recomendadas, aludidas, suspiradas y deseadas para todas y cada una de las sesiones hasta el día de hoy.


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...LAS ENTRAÑAS DE ESTA ESCUELA FEMINISTA...


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Estamos DESEOSAS de compartirles los pormenores y vericuetos de este proceso formativo y de que este esfuerzo por construir miradas transformadoras sea replicado al infinito.

Besos y Arañazos.

¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨



lunes, 25 de agosto de 2008

sábado 28 de abril de 2007

A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO DE ANDREA D'ATRI

Victoria Sendón de León


Interesante e inteligente el artículo de Andrea D'Atri sobre “Feminismo y Democracia en Judith Butler”. A partir de su lectura me he puesto a leer otras cosas de Andrea igualmente interesantes e inteligentes. Primero tomé unas notas para reflexionar al hilo de los temas que plantea, pero en seguida me di cuenta de que no tiene sentido buscar los significados de un texto mientras sigamos parapetadas detrás de los referentes, es decir, de los límites de los significados mismos de ese texto, así como de sus precondiciones históricas. Me explico.

Esta cuestión de los feminismos de la igualdad y de la diferencia veo que levanta unas pasiones desproporcionadas, que en lugares de Latinoamérica podría darse entre las “radicales” y las “institucionales”, y que en definitiva no se refieren tanto al feminismo como a las adscripciones políticas y/o existenciales de las mismas feministas, esgrimidas dialécticamente por las “teóricas” de uno y otro bando dentro del movimiento. Si comprendiéramos estos puntos de partida y nos reconociéramos, a pesar de todo, como seres pensantes y sujetos políticos, tal vez superaríamos este estadio de confrontación y seguiríamos adelante. Lo que se agradece es que al menos los discursos sean inteligentes, planteen reflexiones nuevas y nos sirvan para seguir caminando y comprometiéndonos. Y no estoy hablando de componendas sincréticas.

En cuanto a los referentes políticos y existenciales que nos hacen defender denodadamente el “feminismo de la igualdad”, creo que esconden algunos de los siguientes presupuestos, indecibles pero reales:

1) Un compromiso previo con la “izquierda” tradicional que supone un vínculo ideológico y afectivo que no se quiere o no se puede romper. De este modo, el feminismo no sería más que un reformismo, un correctivo o una puesta a punto dentro de una teoría política más global: el socialismo. 2) La pertenencia a un país, a una clase social o a una etnia particularmente oprimidas por el capitalismo internacional, que no nos permite darnos el lujo de resolver otras contradicciones antes de resolver “la principal”, incluida en la lucha de clases. 3) Una formación académica más moderna (en el sentido clásico del término) que hace que no se dominen textos de Lacan, de Nietzsche ni de los filósofos post-estructuralistas (Foucault, Deleuze, Lyotard, etc.) pero que sí se pueda ser una autoridad en temas que van de Descartes a Marx. 4) Porque una opción heterosexual compulsiva impide trazar una línea divisoria entre el Patriarcado y el feminismo, prefiriendo hacerlo entre las clases y poder tomar partido por los excluidos antes que separarme de mis hombrecitos (ya sean maestros, compañeros, amantes o instituciones) 5) Porque tal vez se procede del sindicato y sólo hemos aprendido a reivindicar y es lo que pensamos seguir haciendo.

La defensa a ultranza del “feminismo de la diferencia”, también esconde su procedencia en esos referentes que nunca se dicen, pero que condicionan el pensamiento más abstracto o “desinteresado”:

1) Estar de vuelta de la “izquierda” tradicional por haber sido traicionada. Se ha trabajado a la hora de trabajar, se ha expuesto el cuerpo en la lucha, se ha hecho la revolución aunque sea de salón, pero a la hora de repartir poder, reconocimiento o responsabilidades se han olvidado de nosotras. Amén de que las reuniones eran un aburrimiento y los líderes todos unos machistas. 2) Provenir de un status privilegiado dentro del sistema, lo cual nos ha hecho elitistas, refinadas, “gauche divine” y postmodernas. 3) Haberse especializado académicamente en autores más post-estructuralistas y, por tanto, estar más interesadas en la deconstrucción, el simulacro, el rizoma, la “performance” y todas esas categorías postmodernas. 4) Tener una opción u opciones sexuales más abiertas, ambiguas o lésbicas y estar encantada de poder prescindir de los hombres en la lucha política y en la vida, así como de los valores patriarcales, incluidos los de la izquierda tradicional. 5) Porque una es una artista, una creativa, una desinhibida, y no está interesada en ningún tipo de victimismo.

Si comenzáramos cada discusión por señalar el lugar desde el cual hablamos, la motivación que nos mueve, la elección que nos predetermina... serían las cosas mucho más sencillas. Lo único que no sería admisible en ninguna de las dos tendencias es que nos desentendiéramos de la Política. Que nos convenciéramos de que la política consiste en querernos mucho entre nosotras, en vernos, en reunirnos y leer poesía (como hacen las procedentes de la Librería de Mujeres de Milán y satélites) o en delegar la iniciativa política en grupos o instituciones, ya sea la ONU, las Fundaciones, los partidos o cualquier otra instancia para quienes las mujeres somos una disculpa, pero nunca un interés prioritario, es decir, todos menos las feministas.

Como creo que ninguna de nuestras posiciones es ahistórica, resulta que todas proceden de algún lugar, de algún status, de algún país, de alguna clase, de alguna opción, de alguna experiencia, aunque sean imponderables. No me adhiero a ninguna creación “ex-nihilo”, a ninguna generación espontánea, a ningún pensamiento carente de materialidad fundante. Sin embargo, hemos de seguir pensando, actuando y avanzando en un medio tan hostil como es nuestro mundo actual.

De todos modos admito otros referentes innombrables, más recónditos, más inconscientes y más puros. La pasión insobornable por el conocimiento, la bondad natural que nos hace buscar un mundo mejor para los que sufren, la generosidad de pensar por pensar y ponerla al servicio de todas, la convicción profunda de que estamos en el camino más eficaz para que se cumplan nuestros objetivos, el amor desinteresado que recibimos cuando niñas, los paisajes que vimos o las nanas que nos cantaron ¡qué sé yo!

Lo que agradezco es la cantidad de artículos inteligentes cuya publicación en Creatividad Feminista nos da pie para seguir pensando y, sobre todo, para encontrarnos.


posteado por mafer

 

affidamento

Hacia una ética de cuidado entre mujeres

Yuderkys Espinosa Miñoso

 

Affidamento, llamaban las feministas italianas de la diferencia, a una practica de confianza y cuidado mutuo entre mujeres. Sostenían que en el patriarcado, a las mujeres, como mandato primario de obediencia al padre, se nos enseña a desconfiar de las otras, a pensar que nuestra otra igual era nuestra peor enemiga, empezando por la propia madre, terminando por la propia hija. Las mujeres, decían, no tenemos historia como grupo, nuestra adscripción primara ha sido con el padre y su ley. Denunciaban como los sistemas de pensamiento modernos, como el psicoanálisis, la antropología estructuralista, la semiótica, etc., han justificado una y otra vez esta práctica, argumentando que la entrada a la cultura, entendida como la ley paterna, solo se hace a través de una separación inicial y necesaria con la madre, considerada naturaleza. Las feministas de la diferencia han criticado estas posturas, develándolas en todo su contenido androcéntrico y misógino. Mostrando de qué forma esta ruptura entre la niña y la madre, propiciada por la cultura, es parte de la operación por la que las mujeres, separadas entre sí, sin poder construir una idea de comunidad entre ellas, se mantienen files al padre y a su cultura de dominio.

 

Por eso hablan de la necesidad de construir affidamento. Una práctica de lealtad, compromiso, confianza y cuidado primario entre mujeres. Una práctica que consideran de inaudita libertad “femenina”, en la medida en que se construye en oposición a la ley paterna que exige, a cambio de cuidado y protección, la desvinculación, la sospecha y la desidentificación entre las mujeres. El affidamento sería el acto por medio del cual las mujeres podrían encontrarse con la otra igual en la opresión, y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto, acto que ya en sí mismo, desestabilizaría el orden del padre.

 

Adrianne Rich, en EEUU, ha llamado a esta práctica de amor, cuidado u confianza entre mujeres, continuum lesbiano. A partir de un análisis parecido al de las italianas, ella propone una lectura del lesbianismo como práctica de relacionamiento entre mujeres sin la intervención masculina. Señala la manera en que el sistema patriarcal se fundamenta en la heterosexualidad obligatoria, institución mediante la cual las mujeres abandonamos el deseo por la madre, por la otra, y aprendemos desde temprana edad a depender emocional, física y económicamente del varón.

 

Rich, a principios de los setenta, reflexiona sobre las relaciones de amistad profunda entre mujeres, práctica que aunque poco extendida en su época, había sido conocida en décadas anteriores; las propone como un modelo simbólico de relación primaria entre mujeres, que podría considerarse como ejercicio de máxima libertad, en la medida en que instituye espacios por fuera de la mirada y la omnipotencia masculina. Tomando al lesbianismo como practica desobediente al mandato de fidelidad y dependencia al varón, señala que todas las experiencias de amor, fidelidad, acompañamiento, cuidado y complicidad entre mujeres, son parte de un continuum lesbiano, en donde las mujeres aprendemos a construir lazos por fuera de la heterosexualidad.

 

Más allá de que estemos o no de acuerdo con las lecturas que nos proponen  las feministas de la diferencia, quizás lo interesante sería pensar la manera en que las mujeres nos relacionamos y construimos vínculos entre nosotras. Regularmente, lo sabemos desde la experiencia y el dolor, estos intentos no son los más felices. Debido muy probablemente a lo aprendido, las relaciones entre nosotras, muchas veces están cargadas de celos, resentimiento, traición, competencia; una imposibilidad de reconocer en la otra una interlocutora válida, una fuente de conocimiento legítimo; una imposibilidad, como señalan las italianas, de reconocer a la otra como autora, como productora de cultura, como digna de confianza.

 

Esta dificultad para el encuentro con la otra, sin lugar a dudas, se convierte en un obstáculo importante para la deconstrucción de la macro cultura patriarcal. Solo en el reconocimiento mutuo podemos apelar a la construcción de una genealogía propia, a la producción de nuevos significados y valores, desde donde se produzcan nuevas formas de ser y estar en el mundo.  Apelar a una ética de cuidado entre mujeres, es un imperativo de la política feminista, puesto que sólo desde la construcción de espacios de complicidad, amor y confianza por fuera de la ley paterna, podemos transitar puentes de mayor autonomía para todas.

 

Buenos Aires, septiembre 2005



posteado por mafer 

   

¿cuerpo de mujer?




¿CUERPO DE MUJER?

Patricia Karina Vergara Sánchez

pakave@ hotmail.com

Si he nacido con vulva, se me asigna el sexo femenino. Lo que, entre otras cosas, quiere decir que la formula cultural en la que habito, prospecta sobre mi cuerpo que en la edad adulta deberá ser delgado, cintura pequeña, caderas redondas, senos y nalgas definidos, piernas torneadas y, en general, que responda a las consignas estéticas mediáticas de hoy.

Pero, ¿De verdad es así el cuerpo femenino?

A primera vista todas las sujetas con este sexo, en efecto, tenemos senos, nalgas, vulva, cintura; pero, estos rasgos y sus formas naturales son tan variables como varía el número de sujetas existentes. Por ejemplo, ocurre muy frecuentemente, que mi cuerpo no se ha enterado de las sentencias que sobre él pesan y que cuando se desarrolle me convierta en una adulta de brazos o piernas demasiado musculosos; de estatura o peso mayor que el promedio; más fuerte que los hombres que me rodean; mi abdomen puede ser prominente, mis senos pequeños o inexistentes; o, simplemente, con alguna o algunas características que no corresponden al supuesto esperado. Entonces recibiré, seguramente, escarnio y señalamiento tanto en lo público como en lo privado. “Vieja fodonga” “Gorda” “Machorra”,”Plana”, por mencionar lo menos.

Se convierte así el cuerpo femenino en un instrumento moldeable, cuya función impuesta de agrado al otro no debe ser rota, bajo amenaza de padecer el estigma. Sin embargo, rara vez ocurre que todas correspondamos al modelo designado. La alimentación, el ejercicio o falta de él, los genes, el medio ambiente, la salud: nos someten, también, a sus propias tiranías, y a partir de ellas y de nuestra historia de vida es construido y, al mismo tiempo, construimos nuestro cuerpo.

Por supuesto que hay algunas, las menos, las de cuerpo lindo que arrebatan, queriéndolo o no, silbidos de varones, las que son lo que se esperaría que fuesen y son así por accidente y atributos de la naturaleza o porque se alimentan en forma sana, porque hacen ejercicios que deforman su cuerpo hacia lo deseable, o porque su actividad cotidiana les mantiene en un gasto de calorías y metabolismo que les ayudan a responder a dicho prototipo.

Hay otras, a las que la insatisfacción de no ser lo que socialmente es redituable las ha arrojado a alguna de esas torturas de lujosa Edad Media en donde se toma un cuerpo de mujer y se le amputa o implanta sustancias extrañas para quitarle costillas, grasa, senos, cadera, arrugas. Para agregarle senos, labios, nalgas o lo que se les pueda ocurrir. Y, si resulta que el modelito no es suficiente, la tortura se puede consumar de nuevo. Aunque también existen fajas, dietas, jabones, cremas y el sin número definido de maquiladores e igualadores estéticos a los que se someten. La salud o resistencia del cuerpo no importan. Lo que importa es cuán semejante a la norma resulte.

Un tercer grupo, que está en intercambio constante con el anterior, es el del otro cuerpo. El que no se quiere ver, ni en el propio espejo. El que no aparece ni en los espectaculares del periférico, ni en la TV, ni se describe en los cuentos como propiedad de la princesa encantada. El de las madres de familia que habitan en la calle donde vivo, el de la señora que vende tamales todas las mañanas. Es el que tiene 10, 15, 20 kilos de peso extras. Es el de mi amiga que por más que come no puede subir de los cuarenta kilos; el de mi otra amiga que no tiene glándulas mamarías; la que tiene caderas muy anchas; la que después del parto todavía no se ha recuperado; la que come por depresión, la que no come por depresión, las que nos llamamos gordas pero sanas, gordas pero felices, las que...la que... y haciendo cuentas, en este grupo caben, cabemos, más mujeres que en los dos anteriores y, haciendo recuentos en este grupo absolutamente todas hemos sido de una u otra forma sancionadas por la comunidad circundante o, incluso, autocensuradas por la forma y consistencia de nuestros cuerpos. Y haciendo reconocimientos, y sin disimular las envidias, cómo da rabia no ser la bella de la historia. Por ejemplo, a la que le dan el empleo sin mirar el curriculum, la que arrebata la mirada de la persona que nos acompaña, la que llama primero la atención, a la que atiende primero el gerente del banco.

Entonces, ¿El cuerpo femenino es ESO moldeable, utilizable y valorable en función a su silueta? ¿Sólo es esa cuestión de senos y nalgas y la forma en que ha de ser mirado por los otros?

Entonces, Desde que nacemos, ¿El cuerpo femenino no es propiedad de las sujetas si no de lo que culturalmente se hace y, a su vez, lo que ellas hacen con su cuerpos para responder a esas expectativas?

Es aquí en donde me atrevo a convocar otro cuerpo. Ese, el todavía menos visible. El que tampoco aparece en los medios ni en los cuentos de hadas y si se le nombra es en voz baja o a gritos para denostarle y sin embargo...

- Cuando era niña mi madre decía que no jugase con piedras ni tierra porque se harían toscas mis manos-.

- Decía mi abuela que no subiese a los árboles porque los brazos se me harían musculosos...como de hombre-.

- Que escalar era algo muy peligroso para las jovencitas-.

- Que no nadara o mi espalda se haría enorme, como la de los hombres-.

- Que no corriera, que no jugara fut-

- Que no cargara esas cajas-hierros-bultos-piedras o me pondría toda fuerte y fea-.

- Qué esos ejercicios-oficios-empleos no eran para mujeres-.

Pese a las advertencias, ellas jugaron con piedras, subieron árboles, escalaron, nadaron, corrieron, cargaron, construyeron casas, arreglaron autos, tallaron madera e hicieron todas esas cosas que no eran para mujeres. Muchas veces fue por la apremiante necesidad económica, otras por gusto y algunas por reto, nada más. Efectivamente, sus manos se hicieron toscas, sus piernas robustas, sus brazos musculosos, o sus espaldas amplias y, en general, sus cuerpos fuertes.

Deportista o cargadora de bultos; obrera, o albañila, cualquiera que sea el oficio o historia de vida que haya construido el cuerpo robusto, grande.

No responden, ciertamente, al estandar que solicita el concurso Miss Universo, pero sus cuerpos son extraordinarios. No gráciles, ni manipulables, no vulnerables, ni frágiles y delgados. Y dicen tanto.

Dicen, por ejemplo, que la fuerza o la debilidad no tienen que ver con el sexo, si no con los cuerpos que alcanzan o no su desarrollo pleno.

Dicen, también, que belleza no es la cintura de avispa, ni la dieta mantenida desde pequeñas, ni languidecer únicamente jugando a las muñecas en donde el sol no oscurezca la piel.

Enseñan, y así quiero aprenderlo, que el cuerpo que puede corresponder al sexo femenino, no únicamente es aquel atrofiado por el molde de feminidad occidental.

Demuestran que el cuerpo del sexo femenino, puede ser, también, el que se estimula y ejercita, que se reta y esfuerza, aquel que se convierte en una escultura de fuerza y capacidad y que, además, no existen modelos a seguir porque cada cuerpo responde en distinta forma.

Y la maravilla, entonces, es que si bien la naturaleza nos dio características comunes a la mayoría de nosotras, éstas no tienen obligatoriamente que ser sometidas y modeladas al sueño lúbrico patriarcal, que existen otras maneras de construir nuestro propio cuerpo, modos que también son sanos y que también son modos de hermosura. Que existe otra forma y otras formas en que mi cuerpo es. En fin, que el cuerpo femenino puede ser, también, un cuerpo que hable de poder.

sábado, 23 de agosto de 2008

INDIA

INDIA

Patricia Karina Vergara Sánchez

Pakave@hotmail.com

Soy india.

Morena, chata de la cara,

en un país

obsesivamente racista.

Soy lesbiana,

en una nación

que compulsivamente me persigue.

Insisto,

en la libertad de decidir sobre mi cuerpo,

en territorio

de quienes realizan leyes

que buscan doblegarme.

No creo en su dios,

aun cuando habito un Estado

opresivamente católico.

Invoco a las diosas,

dentro de un patriarcado

que hace miles de años intenta ocultarlas.

Participo en la lucha laboral,

de un pueblo

ya comerciado y en las manos del patrón.

Conozco la importancia

de la labor contestataria,

cuando en mi patria

se encarcela a quien disiente.

Soy antiimperialista,

viviendo al lado de Bush

Soy gorda,

en la cuna

de la tortura estética,

de la anorexia y de la bulimia.

He dado a luz,

en una era

que acabó con la esperanza,

ya hace tiempo.

Le apuesto a la lucha libertaria,

en el reino del televisor.

Soy pobre,

en un planeta

en donde comen migajas

tantos millones de pobres.

Soy feminista,

en una tierra hostil

a la palabra mujer

Soy mujer

En un tiempo

en que el femicido

nos ha vuelto desechables.

Por supuesto,

dicen que estoy loca,

extremadamente loca.

Que soy rara, que me he vuelto extraña.

Que no tengo lugar en el mundo.

Entonces, no me queda de otra:

Tengo que darle nombre al racismo,

que señalar el desprecio,

que elegir sobre mi vida,

que armarme antipatriarcal,

que inventar la fe para dársela a mi hija,

que rebelarme contra el patrón,

que escribir por la libertad a las presas políticas.

que denunciar al imperio,

que amar mi cuerpo,

que apagar el televisor,

que mostrar mis bolsillos,

que actuar contra la misoginia,

que buscar justicia para las mías,

que demandar castigo a los asesinos.

Es por todo ello,

Que no tengo más remedio

que darles la mala noticia

a las buenas y tranquilas conciencias:

Estoy aquí.

Exigiendo a gritos,

la parte que me corresponde del mundo.

Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer.

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sábado, 16 de agosto de 2008

...me dijeron...

ME DIJERON

Patricia Karina Vergara Sánchez

 

El otro día me dijeron

que frene la lengua,

que modere los actos,

que critique, que señale,

que me inconforme.

Pero, en voz baja.

Y entre nosotras.

 

Que los compañeros de lucha,

cualquier lucha,

se pueden sentir afectados.

 

Que espere, que el movimiento social,

cualquier movimiento social,

tiene planes para las mujeres,

pero, que espere,

todavía no es el tiempo, ni la hora.

 

El otro día me dijeron

que sea más responsable

al decir antipatriarcado,

al denunciar al que acosa,

al señalar al que desprecia.

 

Que cuide a los compañeros,

que sea amorosa,

que les haga sentir bienvenidos,

que mis reclamos no vayan a ofenderlos.

 

Me lo dijo una, que se dice compañera,

y le he preguntado.

Pero, no ha ido a ver al indio,

para decirle que denuncie bajito

al caxlan que lo desprecia.

 

Y no ha ido a ver al obrero,

para decirle que espere,

que sea más amable

en sus reclamos con el patrón.

 

Y no ha ido a ver al campesino,

para decirle que defienda su tierra

con amabilidad y sonrisa.

 

Pero a mí, si ha venido a hablarme

para decirme que no vea,

que si veo no señale,

que no lo tome como ofensa.

Que comprenda.

 

Me dijeron.

Que finja, que no me de cuenta

de que éste mira mis senos,

de que éste me estorba la palabra,

de que éste me llama a la elegancia femenina

de que éstos no son de los míos.

De que dicen lesbiana, pero en voz baja.

 

Que por las buenas son mejor las cosas.

Que no demuestre el abuso.

Que no llame machista.

Que no use la palabra misoginia

para el que me niega.

 

Que acompañe al movimiento

y, por las buenas, ya irá tocando la nuestra.

 

Me dijeron,

y estoy pensando que no es justo.

 

Para murmurar el descontento,

para perpetuar los roles,

mejor me habría quedado en casa a lavar los platos.

 

Que nada más no puedo.

Ni he de callarme.

Ni cerrar lo ojos, ni fingir.

Ni moderar la lengua ni los actos.

Que no dejaré de criticar, ni de señalar, ni de inconformarme.

 

Ya hemos dado mucho.

Ya dieron bastante mis madres y abuelas.

Hemos sido tantas:

Las presas políticas,

las agredidas,

las trabajadoras,

las que sostienen la casa mientras la huelga,

las que siembran la tierra,

las sindicalistas,

las maestras,

las que nunca son nombradas,

las que toman los medios.

las que barren y reparten volantes mientras el macho líder hace discurso.

Las que ya están hartas…

Todas, mis hermanas.

 

Que ya toca la nuestra y no para luego.

Que hay que decir: ya, a este tiempo y a esta hora.

 

Que para gritar contra la opresión, no hay corrección política.

Decir: hay una izquierda  machista y reaccionaria, no me atemoriza.

 

Me dijeron, me sugieren, me invitan a moderarme.

Pero yo, nada más no puedo.

 

Yo entiendo ser mujer de otra forma.

Yo quiero de otro modo hacer las cosas.

 

No voy a disculparme,

No puedo condolerme.

 

Porque tengo esta voz.

Es voz libre y autónoma.

Es voz nueva, revolucionaria.

 

Tengo esta voz fuerte.

Voz lesbiana, nunca más silenciada.

 

pakave@hotmail.com